Mi amor lo condeno a vivir una pesadilla daltónica que se compone y descompone, florece y se marchita, apoderándose y despojándose apasionadamente de apariencias el espacio sin límites en el que tú -criatura sublime- albergaste; lo sentencio a llanto estéril, cuyas amargas lágrimas esgrimen letras en el prefacio de mi recién estrenado hado; nunca saciarás tu sed de infinito con ninguna mortal. Desterrado a una continua borrachera de sinsentido, abruma y desgarra cruelmente el ocaso de mi grandeza perpetua. Consuelo los males incurables de mi alma contemplando y admirando la belleza arcana y volátil de los reflejos de la creación; ¡Nadie me  comprende tan bien cómo ella! Fiel amante, traductora de mis males y de mis impaciencias. ¡Trascendental que desprende finos aromas de tu esencia sublime…desentroniza  a la destartalada razón! ¡Gemela de la pasión…vuelca de nuevo en mi, tú osadía que tanto hube añorado! ¡Tú que me desinfectas de los sortilegios de la norma y del vergonzoso declive orquestado por la seguridad material, sujétame en la adversidad que subyace en mí y usurpa de una vez por todas esa dignidad espiritual que nos pertenece! ¡Luz caída que alumbras mi andar errante y amante de lo desconocido, sol que haces brillar mi esencia lunar, hagámos nuestro el camino!

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